
En Infoprestamojoyas siempre hablamos de educación financiera y hoy queremos destacar una tendencia que va más allá de los números y que tal vez desconozcas: la inversión de impacto social.
Esta modalidad financiera combina la rentabilidad económica con la intención de generar un impacto social o ambiental positivo y medible. En Infoprestamojoyas estamos convencidos de que es mucho más que una moda, puesto que ha ido ganando tracción a lo largo de la última década como respuesta a la necesidad de financiar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
A diferencia de otras inversiones sostenibles que se limitan a excluir sectores controvertidos, la inversión de impacto busca activamente un cambio positivo. Esto se traduce en proyectos que promueven la inclusión financiera, el acceso a la educación, la salud, la igualdad de género o la protección del medio ambiente, como se detalla en el artículo publicado en El Debate «Inversión de impacto social, las finanzas que transforman el mundo».
Los activos gestionados bajo esta modalidad superaron los 1,1 billones de dólares a nivel mundial en 2022, pero su mayor parte se concentra en países desarrollados, dejando a regiones con mayores necesidades, como el África subsahariana, con una fracción menor. Esta disparidad se debe, en parte, a la alta percepción de riesgo y a la falta de datos fiables para evaluar el impacto, así como a la escasez de instrumentos financieros adaptados a las necesidades locales.
Se plantean distintas líneas de acción para superar estos desafíos:
- Reducir el riesgo: utilizar instrumentos como garantías o tramos de primeras pérdidas para dar mayor seguridad a los inversores.
- Fortalecer ecosistemas locales: promover la inversión en moneda local, el desarrollo de capacidades y la participación de actores locales.
- Consensuar estándares de medición: establecer métricas claras para mejorar la transparencia y evitar el «impactwashing» (simular impacto sin resultados reales).
En este contexto queremos destacar un ejemplo paradigmático de finanzas éticas con un impacto social medible desde hace siglos: los Montes de Piedad. Estas entidades sin ánimo de lucro han ofrecido históricamente inclusión financiera, prestando dinero de manera justa y accesible a quienes lo necesitaban, sin caer en prácticas abusivas. Los Montes de Piedad son un claro ejemplo de cómo la combinación de capital paciente con un impacto transformador puede generar un cambio positivo y alineado con las prioridades sociales.
No cabe duda de que la inversión de impacto representa una oportunidad única para construir un futuro más justo e inclusivo, pero su éxito depende de la colaboración entre gobiernos, instituciones financieras y la sociedad civil para crear un entorno propicio, transparente y colaborativo.
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